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Crítica: «El milagro del Padre Stu» («Father Stu», 2022)

De un tiempo a esta parte, los sacerdotes han sido dibujados en el cine con un trazo muy esquemático, y por lo común, negativo. Alejando ese cliché, propio de una época polarizada en todos los ámbitos, El milagro del Padre Stu fija su atención en un cura real que inspira simpatía y respeto. El verdadero «Stu» Long fue un adolescente problemático, cuya carrera como boxeador no culminó con grandes triunfos. Tras un gravísimo accidente de tráfico, experimentó una conversión religiosa que le condujo al sacerdocio. Pese al modo en que ese trance cambió su vida, una enfermedad degenerativa le puso nuevamente a prueba.

En la película, Mark Wahlberg encarna con mucha convicción al personaje a través de todo este proceso. De forma nítida, Wahlberg refleja el modo en que el padre Stu atraviesa las tinieblas para llegar a la luz, y también hace creíbles las experiencias límite que marcan su biografía. Sin duda, se trata de un trabajo difícil, porque el actor debe transmitir al espectador algo tan inefable como la espiritualidad.

Parece obvio la película no conmoverá un espectador ateo o anticlerical así que su estrategia narrativa está encaminada hacia el público cristiano. Algo que cobra más sentido si se advierte que los dos actores protagonistas, Wahlberg y Mel Gibson (magnífico en el papel del padre de Stu) son dos católicos fervientes.

El guion mantiene el interés sobre todo en su primer tramo, pero no consigue culminar de forma satisfactoria, quizá porque se centra menos los últimos años del personaje y en la tarea pastoral que desarrolló durante esa etapa.

Las historias de redención como esta funcionan mejor cuando se plasma con hondura el ideario vital del protagonista. En este caso, entendemos la pasión desbocada y la violencia del Stu juvenil, pero su conversión se sintetiza en exceso, como si fuera un sobreentendido dentro de la película. Es una lástima, porque podría extraérsele una mayor profundidad a las distintas fases de ese cambio. Sucede lo mismo con la formación académica e intelectual del sacerdote, que se explica con simples pinceladas.

El milagro del Padre Stu es una producción modesta. Wahlberg financió la película, y de forma indirecta, transmite en ella su propia trayectoria, que también fue la de un joven movido por la rebeldía y luego transformado por la práctica religiosa. Esa honestidad del proyecto queda bastante clara, y de hecho, determina los aspectos más convincentes del film.

En el plano visual, la cinta tiene la textura típica del cine independiente. La directora Rosalind Ross, pareja de Mel Gibson, maneja la cámara con cierta brusquedad televisiva, y su único rasgo de estilo es la insistencia en los primeros planos. Se entiende que la idea de Ross es subrayar en todo momento el trabajo de los actores, aunque ello implique una puesta en escena bastante cruda.

El elenco de secundarios realiza un buen desempeño. En este sentido, hay que elogiar el trabajo de Teresa Ruiz, Jacki Weaver, Cody Fern, Carlos Leal y el gran Malcolm McDowell.

Sinopsis

Basada en hechos reales, El milagro del Padre Stu es un drama sobre un alma perdida que encuentra sentido a su vida en el lugar más inesperado. Cuando una lesión pone fin a su carrera como boxeador amateur, Stuart Long (Mark Wahlberg) se muda a Los Ángeles soñando con ser actor. Mientras se las arregla como puede como empleado de un supermercado, conoce a Carmen (Teresa Ruiz), una maestra de escuela dominical católica que parece inmune a su apariencia de chico malo.

Decidido a conquistarla, el agnóstico de toda la vida comienza a ir a la iglesia para impresionarla. Pero tras sobrevivir a un terrible accidente de motocicleta empieza a plantearse si puede dar una segunda oportunidad a su vida ayudando a otros a encontrar su camino, lo que lo lleva a darse cuenta de que está destinado a ser un sacerdote católico.

A pesar de una devastadora crisis de salud y el escepticismo de los miembros de la Iglesia y de sus padres separados (Mel Gibson y Jacki Weaver), Stu persigue su vocación con coraje y compasión, inspirando no solo a los más cercanos a él, sino a muchos otros con los que se cruza en el camino.

Notas de la directora: Rosalind Ross

Cuando Mark me llamó para preguntarme si estaba interesada en escribir la historia de Stu mi primer instinto fue decir que no, ya que al no ser católica sentía que era algo que no podía escribir con honestidad. Ni que decir tiene que siempre he tendido crear películas sobre guerras, con historias épicas y romances. Después de pensarlo más detenidamente me di cuenta de que la historia de Stu no es estrictamente religiosa, es algo universal. Es en realidad una historia de lucha, una historia de un hombre que se enfrenta a incontables obstáculos en su lucha por un bien mayor. También es una historia de amor, una de confianza y devoción, en lo bueno y en lo malo. Una relación capaz de hacer que Stu se convierta en mejor persona. A mí personalmente me parece que la historia trata sobre cómo una persona supera su lado más oscuro y encuentra la luz. Yo sigo trabajando en ello, pero encuentro fuerza en Stu para continuar con mi búsqueda y espero que les pase lo mismo a otros al conocer su historia.

Tengo un hijo, así que he pensado mucho sobre lo que significa ser un hombre hoy en día. He conocido muchos hombres como el Stu del principio de la película, desde miembros de mi familia a parejas, y he presenciado cómo ese arcaico concepto de masculinidad que desprecia la idea de entrega y rendición impide el crecimiento personal. Aunque es requisito indispensable en la religión. Pedir ayuda es un ejercicio de humildad, aceptar que formamos parte de un plan superior y que la relevancia que le damos a nuestros intereses personales es algo egoísta. Con Stu espero dar a los hombres un héroe cuya mayor fortaleza es la humildad. Mantenerse de pie en una batalla a veces es menos efectivo que ponerse de rodillas y admitir que no puedes ganar por ti mismo.

Sé que es una historia atemporal, pero creo que llega en un momento en el que la gente realmente la necesita. Tenemos un déficit de ilusión y esperanza. La gente que lo está pasando mal necesita algo en lo que creer. Muchas veces la gente te dice que las cosas ya mejorarán, que solo hay que esperar. Pero para muchos nada mejora. Stu nos enseña que tu percepción determina tus circunstancias. Cuando todo estaba en su contra decidió convertir su situación en una bendición, la elegancia con la que siente su dolor es lo que conforta e inspira a otros que también sufren.

Mi objetivo ha sido crear una película que celebra las virtudes comunes de todas, o casi todas las religiones: amor, misericordia y gratitud, y eso abre las puertas a la extraordinaria capacidad de cambio del hombre. Un cambio que no busca reconocimiento. Un cambio silencioso, sin encanto e imperfecto, pero comprometido. Un cambio que no busca la aprobación de nadie, sino uno que vive en el corazón de esa persona. Buscaba crear una película que pareciese real, con su lenguaje vulgar, situaciones bochornosas y relaciones complicadas, pero que también fuese un poco elevada gracias a la naturaleza irreverente y soñadora de Stu. Espero haber creado una película que inspire, remueva y entretenga, una película basada en la fe pero para nada santurrona. Pero sobre todo espero haber honrado el espíritu y legado de un hombre que llegó a muchos corazones y vidas, un hombre inigualable.

Sobre la producción

Mark Wahlberg es un actor y productor de cine y televisión de primera categoría, y como tal está acostumbrado a que le lleguen propuestas en los sitios más variopintos. Pero la propuesta de El milagro del Padre Stu le pilló de sorpresa hasta a él. “Estaba cenando con dos curas de mi parroquia” recuerda. “El padre Ed no paraba de hablar sobre una película que quería hacer conmigo. Y yo pensando, ‘!Tú haz tu trabajo y yo el mío!’. No había ido ahí en busca de mi próximo guion. Iba en busca de consejo, de las cosas necesarias para no salirme del camino del crecimiento espiritual”.

Pero algo de la historia de Stuart Long resonó con él. Stuart era un boxeador nacido en Montana, un tipo bruto y con un temperamento fuerte. Era tremendamente honesto con todo el mundo y comunicaba cualquier noticia, buena o mala, con la misma franqueza desapasionada. En definitiva, no parecía el candidato idóneo bajo ninguna circunstancia para desempeñar un papel de guía espiritual.

“Cuanto más oía sobre Stu más convencido estaba de que tenía que hacer esta película” comenta Wahlberg. “Le pedí a Ed que me contase la historia otra vez desde el principio y desde entonces producir la película se ha convertido en mi misión”.

Wahlberg se conmovió tanto con la historia de Long porque le recuerda en muchos aspectos a su propia vida. “Siempre he intentado conectar personalmente con los papeles que he interpretado” confiesa. “Pasé mucha de mi adolescencia merodeando las calles hasta que encontré la fe. Ahora me doy cuenta de que mi propósito en la vida es ayudar a otros en mi misma situación”.

Wahlberg pasó de ser rapero a estrella del cine y oscarizado productor, tras lo que fundó The Mark Wahlberg Youth Foundation, una organización benéfica que se dedica a ayudar a jóvenes de centros urbanos. “La vida me ha dado oportunidades que me han permitido ayudar a otros. Quiero compartir el coraje y convicción de Stu y que así la gente se anime a seguir intentando convertirse en la mejor versión de sí mismos”.

El proyecto fue avanzando poco a poco durante los siguientes seis años, pero Wahlberg nunca cejó en su empeño. Hasta que decidió financiar la película parcialmente de su propio bolsillo para darle el último empujón que necesitaba. “No paraba de encontrarme con obstáculos así que decidí ir por mi propio camino” explica. “Adquirí la responsabilidad de honrar el legado de Stu, una tarea que no me he tomado nada a la ligera”.

El camino de Long hasta convertirse en cura estuvo lleno de dificultades, aunque ninguna fue tan dura como cuando le diagnosticaron con miositis por cuerpos de inclusión (IBM por sus siglas en inglés), una enfermedad poco frecuente que debilita progresivamente los músculos hasta que dejan de funcionar. A pesar del deterioro físico causado por esta enfermedad incurable, sacó su lado más guerrero y siguió desempeñando su labor como cura.

Vivimos en un tiempo en el que existe un déficit de esperanza, razón por la que el actor y productores creen que es más necesario que nunca contar la historia de Long. “La gente que lo está pasando mal necesita algo en lo que creer. Muchas veces la gente te dice que las cosas ya mejorarán, que solo hay que esperar. Pero para muchos nada mejora. Stu nos enseña que tu percepción determina tus circunstancias. Cuando todo estaba en su contra decidió convertir su situación en una bendición, la elegancia con la que siente su dolor es lo que conforta e inspira a otros que también sufren”.

Copyright del artículo © Guzmán Urrero Peña. Reservados todos los derechos.

Copyright de imágenes, sinopsis y notas de producción © Palm Drive Productions, Sony Pictures Entertainment. Reservados todos los derechos.

Guzmán Urrero

Colaborador de "La Lectura", revista cultural de "El Mundo". Tras una etapa profesional en la Agencia EFE, se convirtió en colaborador habitual de las páginas de cultura del diario ABC y de revistas como "Cuadernos Hispanoamericanos", "Álbum Letras-Artes" y "Scherzo".
Como colaborador honorífico de la Universidad Complutense de Madrid, se ocupó del diseño de recursos educativos, una actividad que también realizó en instituciones como el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte).
Asimismo, accedió al sector tecnológico como autor en las enciclopedias de Micronet y Microsoft, al tiempo que emprendía una larga trayectoria en el Instituto Cervantes, preparando exposiciones digitales y numerosos proyectos de divulgación sobre temas literarios y artísticos. Es autor de trece libros (en papel) sobre arte y cultura audiovisual.